El mundo de la política es un terreno movedizo donde palabras como amistad, lealtad, humildad y altruismo son reemplazadas por otras como interés, traición, conveniencia o ego.
El sistema de partidos ha conseguido convertir nuestra democracia en una realidad en la que los ciudadanos no nos vemos representados por políticos que han perdido el contacto con la realidad debido a la lucha constante de intereses que tienen que llevar a cabo para subir en su organización y, por qué no decirlo, incrementar su sueldo a fin de mes.
No obstante, de vez en cuando surge un movimiento político atractivo y prometedor que (entre la mediocridad que amenaza con perpetuar en nuestras élites) ofrece un poco de esperanza para aquellos soñadores que confían en que se puede cambiar el mundo, aunque sea trabajando, algo que en España existe aunque no se diga mucho.
La última promesa política de nuestro panorama ha sido Albert Rivera, que en abril aparecía como líder de la tercera fuerza política del país con un mensaje de regeneración y preocupación por los ciudadanos (de ahí el nombre del partido) y ha acabado dimitiendo y dejando al partido al borde de la marginalidad pocos meses después.
Y es que a pesar de lo que todos los medios de opinión están intentando constatar como un hecho (que Rivera fracasó por no pactar con el PSOE), la realidad desde la lógica es bien diferente. Ciudadanos no perdió votos por la izquierda, los perdió en favor del PP y de Vox por lo que no tiene sentido que no darle un giro de izquierdas a la Moncloa le haya penalizado.
Si Rivera ha perdido sus apoyos ha sido por cambiar su esencia y convertir a Ciudadanos en un partido que solo se movía por eslóganes y actitudes sobreactuadas (como el adoquín o el perro) que han espantado a sus votantes. Si Ciudadanos tenía éxito era por su mensaje de regeneración y por tener una actitud con la que gran parte de la sociedad se sentía identificados. La gente no quería ver eslóganes, la gente quería seguir viendo a un ciudadano mas hablando en su registro y defendiendo la libertad y la política de centro.
Albert se ha encontrado con una lección de realidad. Cuando eres una promesa no tienes la posibilidad de equivocarte de estrategia (como si tienen partidos tradicionales como el PSOE o el PP). Jugar a ser electoralista y sacar las personalidades del partido de Cataluña ha provocado que Rivera tenga que dimitir, pero eso no es motivo para destruir la imagen de Ciudadanos como ha intentado la industria de opinión de este país.
Si Ciudadanos cayó, fue por intentar copiar el electoralismo de otros partidos. Ciudadanos ha sido un proyecto formado por personas muy capaces e integras que han defendido la libertad por encima de todo. Su fuerza se basaba en que eran un grupo de ciudadanos y esa paradójicamente ha sido también su flaqueza. En la política te van a presionar y atacar hasta destruirte si no buscas el poder con toda tu alma como habitualmente hacen los políticos.
Pero no toda la lectura es mala, más allá de ideologías, se ha demostrado que la población ha sido capaz de hacer caer a la tercera fuerza política por dejar de mandar un mensaje realista y pasarse a moverse por votos. En un momento donde solo se mandan mensajes a la población de que votamos mal, necesitamos entender que castigar a los políticos por no ser leales a la población es votar de forma inteligente.
